Mi taxi

Mi taxi

lunes, 26 de octubre de 2015

¡Ave, Pablo Voreno!

Gladius Hispaniensis
Haber nacido en Lacio significaba dominar el idioma oficial de aquel joven estado que se hacía paso por la ribera del Mare Nostrum a golpe de Gladius.
 Por la unión de tres tribus había llegado a merecer sostener el peso de la civilización. Desde el creciente fértil, en Mesopotamia, siempre de oriente a occidente, ésta había pasado de Egipto a Grecia y por dimisión a Roma.
 En el idioma escrito descansaba la burocracia que marcaba la diferencia entre la tribu y el estado. Así Pablo había llegado a ser oficial del ejército de Roma, leyendo órdenes y cumpliéndolas de forma mecánica.
 Tras diez años de soldado disciplinado, feroz y superviviente, un ascenso forzado por las bajas le había hecho Centurión.
Calzada paso de la Fuenfría
 Pablo llevaba ya veinte años de servicio militar a la República cuando su Legado le mandó ir al centro de Hispania a combatir a un pueblo bárbaro que se hacía llamar Arévaco. Éstos dominaban una fortaleza que guardaba el paso central de las montañas que partían en dos, norte y sur, la península ibérica. Sus órdenes eran tomar la Segobriga (Segovia) y asegurar así el interior de la cartaginense. Pablo sabía que militarmente, como siempre, vencerían en cuestión de meses pero la romanización sería más lenta y de esta manera su licencia a los veinticinco años de servicio podía verse aplazada.
 No sólo los Arévacos, también Betones y Vacceos capitularon en menos de un año. La mitad de la población murió en combate, por suicidio o ejecución. La otra mitad aceptó la romanización. El centurión Pablo Voreno aconsejó a su Legado no esclavizar a los rendidos pues éstos no eran un pueblo dócil y se suicidaban al saberse en posesión de otro y así no servían a los intereses de la República. Mejor darles la condición de plebeyos a cambio de construir la calzada y el acueducto, necesarios para hacer de Segovia una plaza fuerte.
Azud del Acueducto de Segovia
 Las obras del acueducto y la calzada terminaron y el servicio militar de Pablo también lo hizo con ellas. Así le correspondió por la jubilación seis mil jugerum a doce millas romanas al norte de Segovia. Sus tierras se encontraban rodeadas de las de otros soldados eméritos. Todos ellos formaron prósperas villas romanas. A la suya la conocían como los Campos de Pablo (Camp d pablo-Campdpalos- Cantimpalos) y más al noreste los Campos de Alejo, su optio (Camp d Alejo- Campdalejo- Cantalejo) y mucho más al norte los Campos de Pedro, su mejor soldado (Camp de Pedro- Campdapero- Campaspero).
 La Cohorte de Pablo Voreno trajo la civilizacion no sólo en la tinta de sus plumas y legajos, también en el filo de sus gladius hispaniensis y en las formaciones de su táctica militar. Su huella personal aún hoy perdura en nuestros topónimos.
Moneda en estudio



 ¡AVE, PABLO VORENO!
 Terra vestra adhuc portare nomen tuum.
(Tus tierras aun llevan tu nombre.)

*El texto obedece a una interpretación libre de la historia.