Mi taxi

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jueves, 7 de mayo de 2015

Nuestra cuenta atrás hasta la expansión del Sol.




En contadas ocasiones la intimidad emocional más elevada del ser humano consigue perpetuarse y, casi siempre, lo hace en los dominios del arte. Una vez encontrado el medio de transmitir esa mezcla de sensaciones, emociones y consciencias, que no se pueden expresar a través de los medios habituales, el artista, que como todo ser humano mide el tiempo por la duración de su corta vida, olvida que su obra se sostiene en las leyes de la física: si escribe, el papel se descompondrá; si recita, su voz se la llevará el viento y si lo graba la interpretación sera reducida a frecuencias y vibraciones sintéticas; si pinta, da igual el soporte y el pigmento, también se desintegrará; si interpreta, por sí mismo o través de su avatar, la luz que alimenta nuestros ojos sólo será reflejada una vez y si lo graba sera la obra de un reproductor de imagen y sonido, no la suya. En este sentido, los escultores en piedra viva son la excepción porque, incluso los cementos y el hormigón, solamente duran quinientos años antes de convertirse en serrín y si eligen el vidrio no mas de cuatro mil. La piedra es parte natural del planeta y se mantendrá sólida sufriendo la erosión millones de años. Pero, como toda resistencia es inútil, ni nuestro planeta ni ninguna piedra resistirá a la expansión del sol, que engullirá la tierra cuando agote su hidrógeno en la fusión actual y comience a quemar su helio en la fisión que le espera. Al aumentar su tamaño miles de veces, seremos fagocitados por nuestra estrella, nosotros o lo quede de nosotros junto con el soporte físico del arte que contiene nuestro Ser más elevado, incluidas nuestras esculturas. Pero si quedara duda, también el sol se precipita lentamente hacia el centro de la galaxia, allí donde reina el agujero negro que la sostiene. Todo es cuestión de tiempo lineal, que según Einstein es sólo una invención práctica de nuestro cerebro. Después de todo tan sólo nos queda huir de este sistema estelar o aprender a cambiar la realidad con nuestra mente al modo de la audaz teoría de la matrix que tan familiar nos es, cómo si la hubiésemos "creado" nosotros mismos.


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