Mi taxi

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viernes, 7 de noviembre de 2014

La hora de los Leales.

El corrosivo del poder siempre ha deshecho la integridad y el honor de los gobernantes, y en estos días el número de corruptos nos ha hecho caer en el desengaño y la desesperanza.
 La civilización que nos sostiene, y permite nuestra identidad como personas, y nuestro nunca conocido bienestar, en el seno de la gran nación europea, se construyó en los campos de las grandes batallas en las que se frenó el avance atávico del basto Oriente, "que todo lo devora", sobre la pequeña y deseada Europa. Estas grandes batallas fueron Salamina, Navas de TolosaLepantoViena y Midway.
  A nosotros los españoles nos cabe el honor de vernos concernidos en dos, Navas de Tolosa y Lepanto. Nuestros ancestros segovianos cumplieron su palabra, y fueron a Toledo a sumarse a las huestes del rey Alfonso para marchar sobre el Almohade. En la batalla de las Navas, la Milicia Concejil de Segovia combatió en la costanera derecha a las ordenes del rey Sancho de Navarra, a quien tuvo que reforzar por haber aportado éste pocas lanzas. La Milicia de Aiyón en el centro,  y Coca y Cuellar  en la zaga. Las Milicias de Sepúlveda y Madrid combatieron en la vanguardia mandada por Diego Lopez de Haro, quien resuelto asió su lanza y puso su caballo a galope y cargó con todo su ser contra el enemigo que traía el fin de su reino, su religión y su civilización. Si en plena carga miró a sus costados, allí vió a sus familiares y a sus montañeses y a los hombres de Sepúlveda y de Madrid entre muchos otros, y demás milicias que no le dejaron solo e hicieron honor de estar en la hora de los leales, que es aquella en la que los hombres buenos deciden en justicia permanecer al lado de un líder, aun sin que les ate con él ningún vínculo de sangre, a sabiendas de que en el envite se paga hasta con la vida. Y así espolearon la determinación de su gobernante y no pudo ser de otra manera.
 Si ahora uno de nuestros gobernantes se llenara de honor y de dignidad, asiera la ley con fuerza y cargara contra la corrupción y todos los males que amenazan nuestro bienestar, nuestra vieja nación y la civilización que la sostiene, al mirar a los costados ¿A cuántos hombres buenos encontraría?¿Quién de nosotros, los gobernados, estaría en la hora de los leales?
  Como nosotros queremos que sea, no puede ser según como somos.

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